Textos Segunda Guerra Mundial

"Es mi deseo decir a la Cámara que sólo puedo ofrecer sangre, sudor y lágrimas.
Nos espera una prueba verdaderamente terrible. Se extienden ante nosotros muchos meses, meses muy largos de lucha y sufrimiento.
Vosotros preguntaréis ¿cuál es nuestra política? Y yo respondo: es hacer la guerra por mar, tierra y aire, con todo nuestro poder y con todas las fuerzas que Dios pueda darnos: hacer la guerra contra una monstruosa tiranía jamás superada en el tenebroso y lamentable catálogo de los crímenes humanos. Esta es nuestra política."
Churchill, W. Discurso ante la Cámara da los Comunes, 13 de mayo de 1940.


"Al atacar a Rusia, el ejército alemán puede compararse adecuadamente a un elefante que atacase a un ejército de hormigas. El elefante matará millares de hormigas, acaso millones; mas, por último, la superioridad numérica le vencerá, y las hormigas le devorarán hasta no dejar de él más que los huesos."
Coronel Berndt von Kleist, 1941, citado en L. L. Snyder: La Guerra (1939-1945), pág. 214


"El artefacto Little Boy detonó a unos metros de/suelo y todo sucedió muy rápido. Tras el cegador brillo inicial de la explosión, absolutamente todos los objetos, edificios y personas en unos centenares de metros alrededor del punto cero quedaron vaporizados: una imagen que se hizo famosa muestra una sombra humana de cenizas sobre una superficie medio quemada. Tras el calor vino la onda expansiva, que destruyó prácticamente todos los edificios del centro de la ciudad. La bomba mató instantáneamente a unas 80.000 personas. Decenas de millares más morirían en los siguientes días, semanas y años de quemaduras, exposición a la radioactividad y enfermedades y malformaciones genéticas causadas por la radioactividad."
J. M. Zavala, El reportaje de la Historia.


“El Estado de Polonia ha rechazado el establecimiento de relaciones pacíficas, como yo he deseado, y ha apelado a las armas. Los alemanes en Polonia son sacados de sus hogares y perseguidos con un terror sangriento. Una serie de violaciones de la frontera, intolerables para una gran potencia, prueban que Polonia, a la larga, no respetará las fronteras del Reich.
Con el fin de poner fin a su locura, no tengo otra alternativa que responder fuerza contra fuerza desde ahora. El ejército alemán deberá combatir por el honor y los derechos vitales de Alemania con una ardua determinación. Yo espero que cada soldado sea merecedor de las grandes tradiciones del eterno soldado alemán, que sea consciente de que es el representante de la gran Alemania nacionalsocialista. Larga vida a nuestro pueblo y nuestro Reich.” 
Adolf Hitler, 1 de septiembre de 1939.


“En el espacio de ocho días, del 25 de julio al 2 de agosto, hubo cinco ataques masivos sobre la misma ciudad, a saber Hamburgo. Esta operación iba en contra de todas las consideraciones tácticas, pero no por ello tuvo consecuencias menos desastrosas. Desde los primeros ataques, las conducciones de agua fueron destruidas, aunque a partir de los ataques siguientes los bomberos ya no pudieron extinguir el fuego, se declararon incendios gigantescos, las llamas se arremolinaban furiosamente como verdaderos ciclones, el asfalto de las calles comenzó a quemarse, la gente quedaba asfixiada en sus sótanos o carbonizadas en plena calle. Los efectos de aquellos ataques no pueden compararse sino a los de un terremoto.” 
A.     Speer, En el corazón del Tercer Reich, 1969.



Durante la Segunda Guerra Mundial, algunos médicos alemanes realizaron experimentos dolorosos, y a menudo mortales, en miles de prisioneros de los campos de concentración sin su consentimiento.

Los experimentos médicos contrarios a todo sentido ético que fueron llevados a cabo durante el Tercer Reich se pueden dividir en tres categorías. La primera abarca los experimentos dirigidos a la facilitación de la supervivencia del personal militar del Eje. En Dachau, los médicos de la Fuerza Aérea alemana y de la Institución experimental alemana para la aviación realizaron experimentos sobre altitudes elevadas, utilizando cámaras de baja presión, para determinar la altitud máxima desde la cual la tripulación de un avión dañado podría lanzarse en paracaídas con seguridad. Los científicos realizaron experimentos sobre la congelación en los que utilizaban a los prisioneros para encontrar un tratamiento efectivo contra la hipotermia. También utilizaban a los prisioneros para probar varios métodos de potabilización del agua de mar.

La segunda categoría de experimentos estaba dirigida al desarrollo y comprobación de productos farmacéuticos y de métodos de tratamiento para las lesiones y enfermedades a las que el personal militar alemán y el personal de ocupación estaban expuestos en los campos. En los campos de concentración alemanes de Sachsenhausen, Dachau, Natzweiler, Buchenwald y Neuengamme, los científicos probaron compuestos de inmunización y sueros para la prevención y tratamiento de enfermedades contagiosas; entre ellas la malaria, el tifus, la tuberculosis, la fiebre tifoidea, la fiebre amarilla y la hepatitis infecciosa. En el campo de Ravensbrueck se realizaron experimentos con injertos óseos y experimentos para probar la eficacia de las drogas sulfa de nuevo desarrollo (sulfanilamida). En Natzweiler y Sachsenhausen se sometió a los prisioneros al fosgeno y al gas mostaza para poder probar los posibles antídotos.

La tercera categoría de experimentos médicos pretendía progresar en los principios raciales e ideológicos de la visión nazi. Los más infames eran los experimentos de Josef Mengele en Auschwitz. Mengele llevó a cabo experimentos médicos con gemelos. También dirigió experimentos serológicos con romaníes (gitanos), al igual que Werner Fischer en Sachsenhausen, para determinar cómo las diversas "razas" soportaban las diferentes enfermedades contagiosas. La investigación de August Hirt en la Universidad de Estrasburgo también pretendía establecer la "inferioridad racial judía."

Otros experimentos horripilantes, que pretendían ampliar los objetivos raciales de los nazis, consistían en una serie de experimentos de esterilización llevados a cabo principalmente en Auschwitz y Ravensbrueck. Allí, los científicos probaron varios métodos en su esfuerzo por desarrollar un procedimiento eficiente y barato para la esterilización total de los judíos, romaníes y de otros grupos considerados racial o genéticamente indeseables por los nazis. 
Experimentos médicos nazis.



El Gobierno del Reich alemán y de la URSS deseosos de fortalecer la causa de la paz (...) han alcanzado el siguiente acuerdo
Artículo 1. Las Altas Partes Contratantes se obligan a desistir de cualquier acto de violencia, acción agresiva o ataque entre sí, bien individualmente o junto a otras potencias.
Artículo 2. En el caso de que una de las Altas Partes Contratantes sea objeto de una acción de guerra por parte de un tercer país, la otra Parte no apoyará de ninguna manera a ese tercer país.
Artículo 3. Ambos gobiernos mantendrán en un futuro un contacto continuo para consultarse e intercambiar información respecto a los problemas que afectan a sus intereses comunes.
Artículo 4. Ninguno de los dos países participará en ninguna alianza de potencias directa o indirectamente organizada contra la otra parte.
Artículo 5. En el caso de que algún conflicto surgiera entre ambos países (...) ambas partes lo resolverán mediante el intercambio amigable de opiniones o, si fuera necesario, mediante el establecimiento de comisiones arbitrales.
Artículo 6. El presente tratado tendrá una vigencia de 10 años (...) 
Moscú, 23 de Agosto de 1939.
Von Ribbentrop, Molotov



La masacre de Katyń —en polaco: «zbrodnia katyńska», ruso: «Катынский расстрел»; lit. «Fusilamiento de Katyń»— también conocida como la masacre del bosque de Katyn, es el nombre por el que se conoce a una serie de asesinatos en masa de oficiales del ejército, policías, intelectuales y otros civiles polacos llevada a cabo por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) —la policía secreta soviética dirigida por Lavrenti Beria— entre abril y mayo de 1940, tras la invasión de Polonia por parte de los soviéticos poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. A partir de una propuesta oficial de Beria, fechada el 5 de marzo de 1940, Iósif Stalin y otros cuatro miembros del Politburó soviético aprobaron lo que, de acuerdo con el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia y otros sectores, sería un genocidio.

Se estima que las víctimas fueron al menos 21 768 ciudadanos polacos, ejecutados tanto en el bosque de Katyn —actualmente territorio de Rusia— como en las prisiones de las ciudades de Kalinin, Járkov y otros lugares próximos. Del total de muertos, cerca de ocho mil eran militares prisioneros de guerra, seis mil eran policías y el resto eran civiles integrantes de la intelectualidad polaca —profesores, artistas, investigadores e historiadores— presos bajo la acusación de ser saboteadores, espías, terratenientes, dueños de fábricas, abogados, funcionarios públicos peligrosos y sacerdotes cristianos.
El descubrimiento del oficial de la Wehrmacht (ejército alemán), Rudolf Christoph Freiherr von Gersdorff, de las fosas comunes en las que habían sido enterrados los asesinados en unos bosques de Gnezdovo cercanos a la autopista que conduce a Smolensk en abril de 1943 condujo a la ruptura de las relaciones entre el gobierno polaco en el exilio, con sede en Londres, y la Unión Soviética.

Después de que las fuerzas de Heinz Guderian pasaran por el sector en julio de 1941 y aseguraran la zona de Smolensk, los bosques fueron registrados en busca de partisanos pero no se hallaron las tumbas. En 1942 miembros de la Organización Todt que trabajaban en el sector de la autopista fueron alertados por un campesino de que en unos bosques había unas tumbas. Los prisioneros-esclavos dejaron una gran cruz de abedul en el lugar y el hecho pasó al olvido; sin embargo, una jauría de lobos comenzó a asolar la zona y el mando alemán destinó un destacamento para su eliminación internándose en los bosques de Katyn. Estos encontraron la gran cruz de abedul y una gran cantidad de huesos asomándose a flor del suelo, que un médico forense identificó como huesos humanos; al excavar en la zona se encontró con que se trataba de una gran fosa común. Esto hizo que la Cruz Roja Polaca interviniera en el lugar con el permiso del gobierno nazi y se estableciera que se trataba de alrededor de 4143 oficiales del ejército polaco dados por desaparecidos durante la ocupación soviética de la zona. Se invitó a oficiales de los aliados y otros testigos para dejar testimonio de la autoría de los atentados que indicaban a los soviéticos. El gobierno británico, por su parte, afirmó la culpabilidad del régimen nazi propugnando que se trataba de un montaje para desviar todas las culpabilidades a la URSS.
La Unión Soviética negó las acusaciones hasta 1990, cuando el gobierno de Borís Yeltsin reconoció que el NKVD fue responsable de la matanza y su encubrimiento y entregó los documentos desclasificados.
Masacre de Katyn.

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