“Ahora, la victoria significa ante todo, que nuestro sistema
social soviético ha ganado; que el sistema social ha pasado la prueba de fuego
de la guerra y ha probado su completa vitalidad (…). El sistema social
soviético ha demostrado ser más capaz de vivir y ser más estable que un sistema
social no soviético (…). El sistema social soviético es una forma mejor de la
organización de la sociedad que ningún sistema social no soviético.
(…) Nuestros marxistas declaran que el sistema capitalista de
economía mundial entraña elementos de crisis y de guerra; que el desarrollo del
capitalismo mundial no sigue un camino firme y uniforme hacia delante, sino que
procede mediante crisis y catástrofes. El desigual desarrollo de los países
capitalistas conduce, con el tiempo, a grandes disturbios en sus relaciones, y
los grupos de países que se consideran inadecuadamente provistos de materias
primas y mercados de exportación suelen tratar de modificar esta situación y de
cambiar su posición mediante la fuerza armada”
Stalin, discurso de 9
de febrero de 1946 coincidiendo con la elección del Soviet Supremo.
Churchill está tomando ahora el camino de los belicistas, y
en este Churchill no está solo. El tiene amigos no sólo en Gran Bretaña, sino
también en Estados Unidos
Una puntualización debe ser hecha con respecto a Churchill y
sus amigos, pues tiene un impresionante parecido a Hitler y sus amigos (...)
Churchill parece haber desencadenado una guerra con su teoría sobre la raza,
afirmando que sólo las naciones de habla inglesa son naciones superiores, y que
ellas están llamadas a decidir los destinos del mundo entero (...)
Las siguientes circunstancias no pueden ser olvidadas. Los
alemanes hicieron la invasión de la URSS a través de Finlandia, Polonia,
Rumania, Bulgaria y Hungría. Los alemanes pudieron hacer la invasión a través
de estos países, porque al mismo tiempo tenían gobiernos hostiles a la Unión
Soviética. Como resultado de la invasión alemana, en la lucha y a través de la
importación de ciudadanos soviéticos como servidumbre alemana, la Unión
Soviética perdió un total de siete millones de personas.
En otras palabras, la Unión Soviética perdió vidas que juntas
representan más que las de Gran Bretaña y Estados Unidos. Posiblemente en
algunos lugares existe una inclinación en el sentido de olvidar estos colosales
sacrificios del pueblo soviético, con el fin de asegurar la liberación de
Europa del yugo hitleriano. Pero la Unión Soviética no puede olvidarlo. Y así
es sorprendente que se critique el hecho de que la Unión Soviética, ansiosa por
un futuro seguro, esté intentando que existan en estos países gobiernos leales
a las actitudes de la Unión Soviética. ¿Cómo puede cualquiera, que no ha tenido
en cuenta estos sentimientos, describir estas aspiraciones pacíficas de la Unión
Soviética como tendencias expansionistas en esta parte de nuestro Estado?
No sé de calumnia, descortesía y falta de tacto, si él y sus
amigos van a lograr organizar una nueva campaña armada contra la Europa
oriental tras la Segunda Guerra Mundial; pero si lo logran —cosa poco
agradable, porque millones de personas velan por la paz— podemos afirmar con
entera confianza que serán aplastados.
Stalin, discurso 13 marzo 1946 en
reacción la conferencia de Churchill (telón de acero).
Cuando se trata de Europa y cuando se intenta discernir lo
que ella debe ser, hay que representarse siempre lo que es el mundo.
Al final de la última guerra mundial, el reparto de fuerzas
en la tierra aparecía tan simple y tan brutal como posible. Esto se vio, de
pronto, en Yalta. Únicamente América y Rusia habían seguido siendo potencias,
tanto más considerables, cuando todo lo demás se encontraba dislocado: los
vencidos, hundidos en su derrota sin condiciones; los vencedores europeos
profundamente abatidos.
(…)Está claro que las cosas han cambiado. Los Estados
occidentales de nuestro Antiguo Continente han rehecho su economía. Restablecen
sus fuerzas militares, Uno de ellos, Francia, accede a la potencia nuclear.
Sobre todo, han tomado conciencia de sus vínculos naturales. En una palabra, la
Europa del Oeste aparece como susceptible de constituir una entidad capital,
repleta de valores y de medios, capaz de vivir su vida, no ciertamente en
oposición al Nuevo Mundo, pero sí junto a él.
Conviene, sin duda, que mantenga con América una alianza en
la que, en el Atlántico Norte, están interesadas una y otra mientras dure la
amenaza soviética. Pero las razones que, para Europa, hacían de la alianza una
subordinación, se borran día tras día. Europa ha de tomar su parte de
responsabilidades. Todo indica, por otra parte, que este acontecimiento estaría
conforme con el interés de los Estados Unidos, cualesquiera que puedan ser su
valor, su potencia y sus buenas intenciones. Pues la multiplicidad y
complejidad de las tareas rebasan, desde luego, y acaso peligrosamente, sus
medios y su capacidad. De ahí que ellos mismos declaren que desean ver unirse y
organizarse el Antiguo Continente, mientras que entre los Galos, los Germanos y
los Latinos, muchos exclaman: «Hagamos Europa».
Pero, ¿qué Europa?. Este es el debate. En efecto, las
comodidades establecidas, las renuncias consentidas, las segundas intenciones
tenaces, no se borran fácilmente. Según nosotros, Franceses, se trata de que
Europa se haga para ser europea. Una Europa europea significa que existe por sí
misma y para sí misma, o en otras palabras, que, en medio del mundo, tenga su
propia política. Pues bien, precisamente, esto es lo que rechazan consciente o
inconscientemente algunos, que pretenden, sin embargo, querer que se realice.
En el fondo, el hecho de que Europa, al no tener política, quedase sometida a
la que vendría dada desde la otra orilla del Atlántico, les parece hoy todavía
normal y satisfactorio (...)
Charles De Gaulle. 23
de julio de 1964
Dos mil años hace que se hiciera alarde de que se era “Civis
Romanus sum”. Hoy en el mundo de la libertad se hace alarde de que “Ich bin ein
Berliner”.
Hay mucha gente en el mundo que realmente no comprende o dice
que no lo comprende cuál es la gran diferencia entre el mundo libre y el mundo
comunista. Decidles que vengan a Berlín.
Hay algunos que dicen que el comunismo es el movimiento del
futuro. Decidles que vengan a Berlín.
Hay algunos que dicen en Europa y en otras partes “nosotros
podemos trabajar con los comunistas”. Decidles que vengan a Berlín.
Y hay algunos pocos que dicen que es verdad que el comunismo
es un sistema diabólico pero que permite un progreso económico. Decidles que
vengan a Berlín.
La libertad tiene muchas dificultades y la democracia no es
perfecta. Pero nosotros no tenernos que poner un muro para mantener a nuestro
pueblo, para prevenir que ellos nos dejen. Quiero decir en nombre de mis
ciudadanos que viven a muchas millas de distancia en el otro lado del
Atlántico, que a pesar de esta distancia de vosotros, ellos están orgullosos de
lo que han hecho por vosotros, desde una distancia en la historia en los
últimos 18 años.
No conozco una ciudad, ningún pueblo que haya sido asediado
por dieciocho años y que vive con la vitalidad y la fuerza y la esperanza y la
determinación de la ciudad de Berlín Occidental.
Mientras el muro es la más obvia y viva demostración del
fracaso del sistema comunista, todo el mundo puede ver que no tenemos ninguna
satisfacción en ello, para nosotros, como ha dicho el Alcalde, es una ofensa no
solo contra la historia, sino también una ofensa contra la humanidad, separando
familias, dividiendo maridos y esposas y hermanos y hermanas y dividiendo a la
gente que quiere vivir unida.
¿Cuál es la verdad de esta ciudad de Alemania? La paz real en
Europa nunca puede estar asegurada mientras a un alemán de cada cuatro se le
niega el elemental derecho de ser un hombre libre, y que pueda elegir un camino
libre.
(…)Todos los hombres libres, dondequiera que ellos vivan, son
ciudadanos de Berlín. Y por lo tanto, como hombres libres, yo con orgullo digo
estas palabras “Ich bin ein Berliner”.
J.F. Kennedy. Berlín. 11 de junio de 1963
Mis queridos americanos, gracias por dedicar vuestro tiempo
esta noche conmigo. Los temas sobre los cuales quiero discutir con vosotros, la
paz y la seguridad nacional(…)
A principios de este año he presentado al Congreso un
presupuesto de defensa que refleja mis acertados criterios, y los mejores
planteamientos de los expertos y especialistas que me asesoran, sobre lo que
nosotros y nuestros aliados deben hacer para proteger a nuestros pueblos en los
próximos años. (...)
La política defensiva de Estados Unidos está basada en una
simple premisa: los Estados Unidos no comenzará la lucha. Nunca seremos un
agresor. Mantendremos nuestras fuerzas con el objeto de disuadir y defendernos
contra cualquier agresión para preservar la libertad y la paz (...).
La estrategia de la disuasión no ha cambiado (...) Pero lo
que hay que hacer para mantener la disuasión sí ha cambiado (...).
Durante veinte años, la Unión Soviética ha ido acumulando una
enorme fuerza militar. No han parado cuando sus fuerzas excedían todos los límites
de una capacidad defensiva legítima. Y ellos no han parado ahora (...)
¿No sería mejor salvar vidas que vengarlas? ¿No somos capaces
de demostrar nuestras pacíficas intenciones aplicando nuestras habilidades y
nuestra ingenuidad a fin de alcanzar una estabilidad duradera de verdad? Creo
que nosotros lo somos más aún que nosotros debemos.
Después de cuidadosas consultas con mis asesores, incluido
los miembros de la Junta de Jefes, creo que hay un camino. Permitidme
participar con vosotros en la visión de futuro cuya esperanza ofrecemos.
Consiste en que emprenderemos un programa para oponerse imponentemente a la
amenaza de los misiles soviéticos con medidas que son defensivas. Volvamos a
las verdaderas fuerzas de la tecnología que configuró nuestra gran base
industrial que nos ha dado la calidad de vida de la que disfrutamos hoy.
¿Podría la gente libre vivir segura sin el conocimiento de que su seguridad no
se apoya sobre la amenaza de inmediatas represalias norteamericanas para
detener un ataque soviético, que nosotros pudiéramos interceptar y destruir sus
misiles balísticos estratégicos antes de que alcanzasen nuestra propia tierra o
la de nuestros aliados?
Se que es una tarea técnica formidable, que seguramente no
podrá realizarse antes del fin de este siglo, aunque la tecnología actual ha
obtenido tal nivel de sofisticación que permite pensar que es razonable
comenzar con este esfuerzo (...) debemos mantenernos constantes en preservar la
disuasión nuclear y mantener una sólida capacidad de respuesta flexible. ¿Pero
no es un mérito cada inversión necesaria para liberar al mundo de la amenaza de
una guerra nuclear? ¡Nosotros pensamos que así es!
(…)Esta noche estamos lanzando un esfuerzo que encierra la
promesa de cambiar el curso de la historia humana. Habrá riesgos, y los
resultados se llevarán su tiempo. Pero con el apoyo de todos ustedes creo que
podremos hacerlo (...).
Ronald Reagan. Discurso 23 de marzo de 1983
planteando el escudo antimisiles.
El mundo en que vivimos hoy día se diferencia radicalmente de
cómo era a principios e incluso a mediados de siglo. Y continúa modificándose
en todos sus aspectos.
La aparición de las armas atómicas ha subrayado de forma
trágica la índole fundamental de tales cambios. (…)Este acontecimiento ha
planteado el problema de la supervivencia y de la conservación de la humanidad
en toda su profundidad. (…)
El deseo de democratizar todos los sistemas políticos que
rigen el mundo se ha convertido en una poderosa fuerza político-social de
primer orden. (…) la revolución técnico-científica ha transformado numerosos
problemas —económicos, energéticos, ecológicos, demográficos, de abastecimiento
y comunicación—, que considerábamos hace poco como nacionales o regionales, en
problemas universales (...)
Es evidente, por ejemplo, que la fuerza y la amenaza de la
fuerza ya no pueden ni deben seguir siendo un instrumento de la política
internacional. Nos referimos, en primer lugar, al armamento atómico, pero no se
trata únicamente de eso. Todos, y en primer término los más fuertes, deben
limitar por sí mismos y excluir totalmente el uso de la fuerza en el exterior.
(...)
La nueva etapa exige la no politización de las relaciones
internacionales. Nosotros no renunciamos a nuestras convicciones, a nuestra
filosofía y tradiciones, ni pretendemos que nadie renuncie a las suyas (...)
Esto es lo que pensamos sobre las leyes que rigen el mundo en
el umbral del siglo XX. Claro está que no pretendemos, ni mucho menos, estar en
posesión de la verdad absoluta. (...).
¿Cuáles son las conclusiones prácticas de todo ello? Lo
natural y lo sensato sería no renunciar a lo positivo que hemos adquirido,
hacer que progrese todo lo bueno que hemos conseguido en los últimos años
gracias a los esfuerzos comunes.
Me refiero al proceso de negociaciones sobre el desarme
nuclear y de armas convencionales y químicas, a la búsqueda de soluciones
políticas para acabar con los conflictos regionales y, en primer lugar, a un
diálogo político más intenso, más sincero, orientado al fondo de los problemas
y no a la confrontación; a un intercambio no de acusaciones, sino de
consideraciones constructivas. Sin diálogo político, las negociaciones no
prosperarán (...)
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